Después de algunos años de verlo como algo lejano, este año hemos hecho el sueño realidad y nos hemos ido a EE.UU a disfrutar del SUN&FUN.
Habiendo reservado los vuelos, el hotel, el coche y con las entradas para los tres días en el bolsillo sólo faltaba que llegara el día, y finalmente llegó, el día 11/04 a media mañana embarcábamos en un B777 que nos llevaría a Miami para después de pasar los controles de seguridad, coger otro vuelo a Tampa. Una vez allí, en coche hasta Lakeland dónde nos esperaban un par de habitaciones en un típico motel…
Entre el jet lag y las ganas por empezar a ver aviones, nos despertamos temprano. Desayunamos y a por el coche, estamos a 20 minutos del aeropuerto regional de Lakeland dónde se celebra el “SUN&FUN fly-in Expo”. La extensión del aparcamiento es abrumadora, pero como llegamos temprano y está muy bien organizado, aparcamos muy cerca de la puerta principal. Nos miramos y pensamos “¡esto promete!”…
Impresiona la cantidad de aviones de todo tipo que se han desplazado volando para disfrutar del evento, filas y filas de aviones hasta donde nos alcanza la vista, nos preguntamos cuantos puede haber, mil seguro y al igual muchos más, no estamos acostumbrados a estas cantidades, pasamos más de media mañana paseando entre aviones y no hemos visto ni la mitad ¡realmente impresionante!
Se respira aviación por todos los lados, la convivencia entre aviones y personas es sorprendente, caminamos sin restricciones por las calles de rodadura de un aeropuerto que aunque “regional” es inmenso. Un ejército de motoristas con sus Harley hacen de señaleros, acompañando a los aviones a pista o a su aparcamiento, si ves acercarse a uno sólo tienes que dejarlo pasar y continuas tu paseo, eso sí, al igual tardas algo en cerrar la boca que se te ha quedado abierta porque a poquísimos metros de ti ha pasado un caza o un cuatrimotor de la época de Pearl Harbour…
Si la convivencia entre aviones y personas nos ha sorprendido, no es para menos la cara que se nos queda cuando nos damos cuenta de la gran cantidad de movimientos que hay en el aire, es un flujo continuo de despegues y aterrizajes, cuesta encontrar un momento dónde haya menos de tres aviones en final, los despegues son seguidos. Se combinan aviones rápidos con lentos, nuevos con viejos, motores con turbinas… ¡espectacular! Nos quitamos el sombrero ante el gran trabajo de los controladores. Descubrimos también una pista de hierba, donde los ULM y aviones STOL hacen vuelos de demostración, tampoco se queda pequeño al espectáculo que generan, pues es tal el número de ULM volando a la vez que nos quedamos atónitos. Realmente estos americanos juegan en otra liga…
La segunda pista de KLAL, que está cerrada estos días, sirve de aparcamiento para los aviones grandes, podemos ver un C-130 y un CN-235 de los guarda costas, un par de C-47 (DC-3) un DC-4 unos cuantos L-39 Albatros de fundaciones y empresas, el “Memphis Belle”, varios Texan T6, Yak’s, y muchos otros que no sabemos identificar…Todos los grandes con las compuertas abiertas para poder visitar el interior.
Aunque se suponía que ya habíamos visto a los grandes, nos llevamos la sorpresa de encontrarnos en otra zona con un gigantesco C-17 de la U.S Air Force flanqueado por un C-130 de los cazadores de tornados y por un avión cisterna (que parecía un B-737…), Ah! Y un impresionante F-15 que casi pasa inadvertido entre tanto avión grande ¡increíble!
La parte de exposición ocupaba cuatro hangares y una gran superficie exterior, había “sólo” 500 expositores, desde aviones ligeros a tornillería AN pasando por bisutería aeronáutica o accesorios para perros voladores, multitud de stands de aviónica, recambios nuevos, de segunda mano y mucho de todo, tampoco faltaban los “chiringuitos” de comida rápida y los de la imprescindible limonada. El Sol castiga sin compasión nuestras pieles recién salidas del invierno, así que la crema solar y algo de beber son nuestros compañeros permanentemente, ahora entendemos porqué los americanos van siempre con un gran vaso en la mano…
Cada día hay 4 horas de festival aéreo, somos espectadores de pasadas de aviones clásicos junto a los más modernos reactores, acrobacia extrema, paracaidistas, patrullas,… Ah! Incluso podemos ver la estela de un cohete despegando desde Cabo Cañaveral. Pero el sábado incluye casi 4 horas más de festival ¡nocturno! Entonces la exhibición pasa a otro nivel, podemos ver una patrulla de paramotores que ofreció un espectáculo muy visual con sus luces, la patrulla Aero Shell que realizó la misma exhibición que de día pero con los aviones llenos de luces, y a un Sonex con turbina que realizaba pasadas a 400 km./h. soltando fuegos artificiales sin parar… nos quedamos estupefactos, no era para menos…y por si nos habíamos tenido bastante, el festival acaba con un interminable espectáculo de fuegos artificiales que llena el cielo de color a un nivel superlativo.
Después de 3 días a tope, nuestra aventura americana se acaba, ya sólo nos queda deshacer el camino hecho y volver a este lado del Atlántico, la vuelta a lo cotidiano es más dura, y tampoco ayudan las 4 horas de retraso del avión que nos trae a Barcelona, pero tenemos en nuestras cámaras y en nuestras cabezas muchos momentos que no se olvidarán fácilmente. Ha sido una experiencia genial y seguro que repetiremos.
Jaume y Vicenç
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